Alfarera

Quinchamalí – Región de Ñuble

+569 45207345

Mónica Venegas Rojas es una de las más connotadas alfareras de la tradición de Quinchamalí, centro de producción artesanal de amplio reconocimiento nacional e internacional. Aquí el arte ceramista se genera desde procesos de diálogo cultural entre la tradición mapuche, la hispana y la criolla, y se caracteriza por sostener las formas tradicionales de confección de sus piezas. Hasta ahora, la elaboración de esta cerámica ha mantenido el modelado manual y la cocción en superficie, es decir, en un hoyo en el suelo. Sus rasgos más representativos son el color negro lustroso de las piezas y sus dibujos esgrafiados o incisos blancos.

Si bien Mónica no nace en Quinchamalí, logra en su inserción a este lugar aprender y honrar con su trabajo el añoso conocimiento que aquí se preserva, siendo hoy reconocida públicamente por su labor y entrega a la salvaguarda de la tradición y su territorio. Destacan reconocimientos como el sello de excelencia nacional 2017, y como parte del colectivo de alfareras reconocidas como Tesoro Humano Vivo el año 2014, entre otros. También forma parte de organizaciones gremiales de artesanos, tales como la Asociación Gremial de artesanos de Quinchamalí y actualmente la Unión de Artesanos de Quinchamalí.
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A través de este trabajo la historia que se cuenta es centenaria. Yo digo que es el mejor diccionario que nosotras tenemos, nuestras figuras, te van diciendo las épocas, te van describiendo a la gente que ha vivido aquí. Porque el esgrafiado que nosotros hacemos va distinguiendo a los grupos familiares. Antiguamente se hacía la flor del cerezo, los girasoles, la espiga del trigo y ahora la juventud está haciendo nuevos esgrafiados a sus figuras, lo que está caracterizando a los grupos familiares.

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Mónica Venegas Rojas es una de las más connotadas alfareras de la tradición de Quinchamalí, centro de producción artesanal de amplio reconocimiento nacional e internacional. Aquí el arte ceramista se genera desde procesos de diálogo cultural entre la tradición mapuche, la hispana y la criolla, y se caracteriza por sostener las formas tradicionales de confección de sus piezas. Hasta ahora, la elaboración de esta cerámica ha mantenido el modelado manual y la cocción en superficie, es decir, en un hoyo en el suelo. Sus rasgos más representativos son el color negro lustroso de las piezas y sus dibujos esgrafiados o incisos blancos.

Si bien Mónica no nace en Quinchamalí, logra en su inserción a este lugar aprender y honrar con su trabajo el añoso conocimiento que aquí se preserva, siendo hoy reconocida públicamente por su labor y entrega a la salvaguarda de la tradición y su territorio. Destacan reconocimientos como el sello de excelencia nacional 2017, y como parte del colectivo de alfareras reconocidas como Tesoro Humano Vivo el año 2014, entre otros. También forma parte de organizaciones gremiales de artesanos, tales como la Asociación Gremial de artesanos de Quinchamalí y actualmente la Unión de Artesanos de Quinchamalí.
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A través de este trabajo la historia que se cuenta es centenaria. Yo digo que es el mejor diccionario que nosotras tenemos, nuestras figuras, te van diciendo las épocas, te van describiendo a la gente que ha vivido aquí. Porque el esgrafiado que nosotros hacemos va distinguiendo a los grupos familiares. Antiguamente se hacía la flor del cerezo, los girasoles, la espiga del trigo y ahora la juventud está haciendo nuevos esgrafiados a sus figuras, lo que está caracterizando a los grupos familiares.

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