A través de la historia de la humanidad, los pueblos han sentido la necesidad de expresar las emociones que sus experiencias vitales les han provocado. En los albores de la vida en comunidad y antes del surgimiento de la palabra, fue el lenguaje del cuerpo, acompañado de otros variados recursos, el que posibilitó volcarlas y transformarlas en expresiones artísticas. Una vez que el verbo se hizo carne, la poesía se convirtió en vehículo universal, permitiendo en el tiempo conocer las diversas estéticas implicadas en la vida de culturas, comunidades e individuos.
En Chile, la poesía tradicional y popular es justamente uno de los vehículos en el que los pueblos han dejado impregnadas sus vivencias y emociones, forjándose en el tiempo en una fuente reveladora de los sentimientos humanos a lo largo de los siglos.
En la cultura tradicional campesina de la zona centro sur de Chile son los/as narradores, poetas, payadores, cantores a lo humano y a lo divino, rezadoras y cantoras, quienes alimentan el alma humana desde una dimensión mágica, sin para ello necesitar de la escritura. La poética surge de manera espontánea en diversos momentos y lugares, y desde la prosa y el verso va dejándose moldear con el paso de los años, haciendo de esta voz una narración inconclusa, en continua creación. Tanto para quien lo expresa como para quien lo escucha, pareciera que ello se trata del impulso vital de un alma vieja heredada.
“Las imágenes y símbolos de esta infinita creación comunitaria dicen el sentir, el soñar, el discernir, el querer de las culturas, como los nichos ecológicos dicen la voluntad de vida del planeta”, nos reseña sabiamente Fidel Sepúlveda Llanos en su libro “De la Raíz a los frutos” (1994).
A través de la historia de la humanidad, los pueblos han sentido la necesidad de expresar las emociones que sus experiencias vitales les han provocado. En los albores de la vida en comunidad y antes del surgimiento de la palabra, fue el lenguaje del cuerpo, acompañado de otros variados recursos, el que posibilitó volcarlas y transformarlas en expresiones artísticas. Una vez que el verbo se hizo carne, la poesía se convirtió en vehículo universal, permitiendo en el tiempo conocer las diversas estéticas implicadas en la vida de culturas, comunidades e individuos.
En Chile, la poesía tradicional y popular es justamente uno de los vehículos en el que los pueblos han dejado impregnadas sus vivencias y emociones, forjándose en el tiempo en una fuente reveladora de los sentimientos humanos a lo largo de los siglos.
En la cultura tradicional campesina de la zona centro sur de Chile son los/as narradores, poetas, payadores, cantores a lo humano y a lo divino, rezadoras y cantoras, quienes alimentan el alma humana desde una dimensión mágica, sin para ello necesitar de la escritura. La poética surge de manera espontánea en diversos momentos y lugares, y desde la prosa y el verso va dejándose moldear con el paso de los años, haciendo de esta voz una narración inconclusa, en continua creación. Tanto para quien lo expresa como para quien lo escucha, pareciera que ello se trata del impulso vital de un alma vieja heredada.
“Las imágenes y símbolos de esta infinita creación comunitaria dicen el sentir, el soñar, el discernir, el querer de las culturas, como los nichos ecológicos dicen la voluntad de vida del planeta”, nos reseña sabiamente Fidel Sepúlveda Llanos en su libro “De la Raíz a los frutos” (1994).