Durante milenios la especie humana ha observado con atención las infinitas formas de vida existentes en la Tierra, generando interrogantes que rondan desde la inmensidad del cosmos y sus enigmas, hasta la fascinación de la germinación de una semilla y su conversión en planta y alimento. En este camino, y desde diversas experiencias culturales, se han creado múltiples lenguajes, sustentados en relaciones de interdependencia, que han asegurado la reproducción de la vida en sus distintas manifestaciones.

La crianza de semillas, plantas, aves y animales ha sido uno de los diálogos más fructíferos para la existencia de la humanidad, modelando en el tiempo una obra colectiva basada en una cosmología que reconoce el hogar humano como un ser vivo, y que posibilita una trama creativa que nutre experiencias éticas y estéticas de respeto y reconocimiento hacia esta diversidad.

Y así como la sensibilidad estética apertura la belleza de la experiencia agrícola, también la baña de una sabiduría que trasciende el conocimiento práctico, conectándola con el “saber vivir” en sintonía con esta red de comunicación interespecies, concibiendo la ritualidad y el secreto como partes integrantes de esta concepción de la vida.

Las Artes de la Naturaleza gestan creaciones, tradiciones y símbolos que nos invitan a recuperar, conservar y criar las distintas expresiones de la biodiversidad para restaurar aquellos vínculos milenarios ensombrecidos por las destellantes luces de la modernidad.