El canto campesino tradicional, con su poética, ritmos y afinaciones de la guitarra, es una de las expresiones más finas y bellas que nuestros antepasados nos legaron. Durante décadas se ha mantenido en la memoria de cantoras y cantores campesinos, quienes han sabido conservarlo y transmitirlo a las generaciones más jóvenes con matices propios de cada región, zona y comunidad.
En la zona centro sur de Chile, principalmente las regiones del Maule, Ñuble y Biobío, la figura de la cantora campesina nutre un oficio heredado que se concibe como un don o virtud dispuesto a acompañar, alegrar, contener o abrir el corazón de sus escuchas, invitando también al baile y al festejo. La cantora resguarda una riqueza poético-musical muy poco conocida y menos aún valorada, donde repertorio, técnicas de ejecución y tonalidades cobijan el sentir personal y colectivo de quienes son parte del encuentro. De este modo versos, y melodías reflejan sentimientos como el amor, el dolor, la fe y el descontento, plasmando también estética y simbólicamente un sentido de vida en coherencia con el ritmo natural y con los momentos propios del ciclo agrario y el ciclo de la vida.
Tonadas, cuecas, vals, corridos y otras sonoridades, se dejan guiar por manos expertas y sensibles que dialogan con la guitarra en una relación íntima y de respeto con el instrumento. Innumerables tipos de afinaciones permiten abrir un abanico interpretativo que cada integrante de la comunidad reconoce como preferido, posibilitando el flujo de las emociones contenidas.
A diferencia de las cantoras campesinas, hoy se reconocen también a los intérpretes de música tradicional. Ellos y ellas juegan un papel muy importante y significativo en la difusión de esta poética y sus particulares características, agregando a ello el peso emocional que este repertorio ha ido adquiriendo a través de las distintas generaciones. Las cantoras campesinas entregan su saber como una semilla, en la que los intérpretes se basan para nuevas proyecciones, cuidando siempre que esa semilla mantenga su valor e identidad.
El canto campesino tradicional, con su poética, ritmos y afinaciones de la guitarra, es una de las expresiones más finas y bellas que nuestros antepasados nos legaron. Durante décadas se ha mantenido en la memoria de cantoras y cantores campesinos, quienes han sabido conservarlo y transmitirlo a las generaciones más jóvenes con matices propios de cada región, zona y comunidad.
En la zona centro sur de Chile, principalmente las regiones del Maule, Ñuble y Biobío, la figura de la cantora campesina nutre un oficio heredado que se concibe como un don o virtud dispuesto a acompañar, alegrar, contener o abrir el corazón de sus escuchas, invitando también al baile y al festejo. La cantora resguarda una riqueza poético-musical muy poco conocida y menos aún valorada, donde repertorio, técnicas de ejecución y tonalidades cobijan el sentir personal y colectivo de quienes son parte del encuentro. De este modo versos, y melodías reflejan sentimientos como el amor, el dolor, la fe y el descontento, plasmando también estética y simbólicamente un sentido de vida en coherencia con el ritmo natural y con los momentos propios del ciclo agrario y el ciclo de la vida.
Tonadas, cuecas, vals, corridos y otras sonoridades, se dejan guiar por manos expertas y sensibles que dialogan con la guitarra en una relación íntima y de respeto con el instrumento. Innumerables tipos de afinaciones permiten abrir un abanico interpretativo que cada integrante de la comunidad reconoce como preferido, posibilitando el flujo de las emociones contenidas.
A diferencia de las cantoras campesinas, hoy se reconocen también a los intérpretes de música tradicional. Ellos y ellas juegan un papel muy importante y significativo en la difusión de esta poética y sus particulares características, agregando a ello el peso emocional que este repertorio ha ido adquiriendo a través de las distintas generaciones. Las cantoras campesinas entregan su saber como una semilla, en la que los intérpretes se basan para nuevas proyecciones, cuidando siempre que esa semilla mantenga su valor e identidad.