El canto campesino estuvo ligado a la vida de Milka desde muy pequeña. En sus imágenes de infancia conserva momentos vinculados a las trillas, cosechas y siembras en los alrededores de Tucapel y Antuco, además de otras actividades vinculadas a los oficios de yerbatera y tiradora de empachos de una de sus abuelas.
Tanto por línea materna como paterna reconoce la presencia de cantoras y cantores campesinos, sin embargo, no fue hasta el año 2012 que comienza a explorar las sonoridades de la guitarra y sus diversas afinaciones, hurgando en sus propias herencias para proyectarlas hacia el presente.
Como en los cerros fluyen vertientes de fresca agua que humedece y refresca, dando vida a los seres en todo su trayecto, acariciando piedras, aunque pasa silente lleva un canto al correr, se une al canto de las aves, al sonido del viento que hace bailar y sonar las hojas de los árboles, así creo que es el oficio de entregar el canto campesino. Siento que este oficio de rescatar y traer al hoy la vida de nuestros ancestros, logra refrescar el alma de quien lo oye, lo conecta con sus raíces y lo hace consciente de la vida misma. Para mí este canto, como el agua, no quiere dejar de correr.
El canto campesino estuvo ligado a la vida de Milka desde muy pequeña. En sus imágenes de infancia conserva momentos vinculados a las trillas, cosechas y siembras en los alrededores de Tucapel y Antuco, además de otras actividades vinculadas a los oficios de yerbatera y tiradora de empachos de una de sus abuelas.
Tanto por línea materna como paterna reconoce la presencia de cantoras y cantores campesinos, sin embargo, no fue hasta el año 2012 que comienza a explorar las sonoridades de la guitarra y sus diversas afinaciones, hurgando en sus propias herencias para proyectarlas hacia el presente.
Como en los cerros fluyen vertientes de fresca agua que humedece y refresca, dando vida a los seres en todo su trayecto, acariciando piedras, aunque pasa silente lleva un canto al correr, se une al canto de las aves, al sonido del viento que hace bailar y sonar las hojas de los árboles, así creo que es el oficio de entregar el canto campesino. Siento que este oficio de rescatar y traer al hoy la vida de nuestros ancestros, logra refrescar el alma de quien lo oye, lo conecta con sus raíces y lo hace consciente de la vida misma. Para mí este canto, como el agua, no quiere dejar de correr.