La comuna de Ninhue, en la Región de Ñuble, resguarda la ancestral tradición del trenzado de paja de trigo o “cuelcha”, utilizado en la confección de chupallas, sombreros, bolsos, entre otras creaciones. Este oficio, desarrollado principalmente por mujeres, ha sido transmitido de generación en generación de manera familiar, y su permanencia está íntimamente ligada a la memoria afectiva de quienes lo practican.
La señora Luz Cartes, oriunda del sector Quitripín y actualmente radicada en el pueblo de Ninhue, comparte sus recuerdos en torno a este oficio, que se entrelaza con cuentos que conectan con memorias del territorio y sus ancestros. Se trata de un trabajo acompañado entre madres, abuelas, hermanas y/o vecinas junto al fogón, especialmente en días de invierno. Esta es una labor acompasada por las intensidades del ciclo estacional. Luz nos muestra cómo entrelazar cuelchas de 4, 7 y 12 hebras, que van formando un rollo tejido, el que luego es entregado a un especialista en confeccionar las piezas ya mencionadas.
A los 9 años ya hacíamos la cuelcha ya… mi papá hacía trabajos a telares que le llamaban, bolsos a telares, y mi mamá cosía las carteritas y las cositas a mano… En las noches, colchando, las mamás nos contaban cuentos, y entretenidos todos ¡A quién le rendía más! En el día había que hacer cosas, ir a la escuela, tirar el agua a balde, salir a las lomas lejos a buscar la leña y buscarle el agua a las mamás pa’ dejarles pa’l otro día, y en la noche los atados de paja y todos en la cocina ahí entretenidos colchando. Éramos 14 hermanos y todos hacían lo mismo. Todos en la cocina, y antes se hacía fuego en el piso no más, tampoco habían estufas, ni cocinas, ni nada, unas cocinas de pura tierra, unos troncos grandes ahí prendidos y todos rodeados ahí y dele con la cuelcha.
La comuna de Ninhue, en la Región de Ñuble, resguarda la ancestral tradición del trenzado de paja de trigo o “cuelcha”, utilizado en la confección de chupallas, sombreros, bolsos, entre otras creaciones. Este oficio, desarrollado principalmente por mujeres, ha sido transmitido de generación en generación de manera familiar, y su permanencia está íntimamente ligada a la memoria afectiva de quienes lo practican.
La señora Luz Cartes, oriunda del sector Quitripín y actualmente radicada en el pueblo de Ninhue, comparte sus recuerdos en torno a este oficio, que se entrelaza con cuentos que conectan con memorias del territorio y sus ancestros. Se trata de un trabajo acompañado entre madres, abuelas, hermanas y/o vecinas junto al fogón, especialmente en días de invierno. Esta es una labor acompasada por las intensidades del ciclo estacional. Luz nos muestra cómo entrelazar cuelchas de 4, 7 y 12 hebras, que van formando un rollo tejido, el que luego es entregado a un especialista en confeccionar las piezas ya mencionadas.
A los 9 años ya hacíamos la cuelcha ya… mi papá hacía trabajos a telares que le llamaban, bolsos a telares, y mi mamá cosía las carteritas y las cositas a mano… En las noches, colchando, las mamás nos contaban cuentos, y entretenidos todos ¡A quién le rendía más! En el día había que hacer cosas, ir a la escuela, tirar el agua a balde, salir a las lomas lejos a buscar la leña y buscarle el agua a las mamás pa’ dejarles pa’l otro día, y en la noche los atados de paja y todos en la cocina ahí entretenidos colchando. Éramos 14 hermanos y todos hacían lo mismo. Todos en la cocina, y antes se hacía fuego en el piso no más, tampoco habían estufas, ni cocinas, ni nada, unas cocinas de pura tierra, unos troncos grandes ahí prendidos y todos rodeados ahí y dele con la cuelcha.